viernes, 6 de enero de 2012

Ángel


ÁNGEL

Hoy es nuestro cumpleaños y Mamá me ha pedido que esta vez te escriba un cuento:
“Una lluviosa tarde de diciembre nacimos los gemelos. Yo no me hice esperar, pero tú parecías no tener ninguna prisa. Con mucho esfuerzo lograron sacarte, pero el retraso provocó una falta de oxigeno en tu cerebro, por eso fuiste un niño diferente.
Todo lo vivías de manera apasionada. Cuando una tormenta nos pillaba desprevenidos,  yo corría para guarecerme,  pero tú te quedabas parado en mitad del aguacero, elevabas la vista al cielo cerrando los ojos y abrías muuucho la boca, saboreando la lluvia. Tenía que tirar de ti  y siempre llegábamos a casa calados, muertos de risa.
Aplaudías y te agitabas entusiasmado cuando mezclábamos los colores de las témperas. Te hipnotizaba el aroma de los tintes y te asombrabas al ver cómo, por arte de magia, el amarillo y azul se transformaban en verde, el rojo y amarillo, en naranja. Feliz, fuiste descubriendo una paleta de infinitos colores.
¡Y qué gritos cuando sacábamos la plastilina! A la bola blanca que acariciabas con mimo le añadíamos dos patitas marrones, un pico amarillo y una cresta roja y aparecía ¡una gallinita! Insistías testarudo hasta que te modelaba unos polluelos, pío, pío. Entretanto tú formabas unos huevos —un poco desproporcionados—, pero huevos, al fin y al cabo.
Cada tarde te sentabas cerca de la puerta sin saber la hora y esperabas el tintineo de las llaves de Mamá, para ser el primero en saltar a su cuello y llenarla de besos.
Esta mañana hemos comprado unas flores rojas que huelen muy bien. Como siempre por estas fechas el cielo está encapotado. Ojalá llueva, así Mamá y yo podremos agarrarnos fuerte de la mano y beber de las mismas gotas  de agua y lágrimas que mojarán tu lápida”.