viernes, 6 de enero de 2012

El sueño americano de Manuela


EL SUEÑO AMERICANO DE MANUELA

¡No  me lo puedo creer! Me ofrecen un papelito como actriz en una película en Hollywood, la meca del cine, ¡qué ilusión! Tendré que ir preparando las maletas, aunque estos trapitos míos no sean precisamente de lo más glamouroso. No importa, aquello estará lleno de buenas boutiques donde se gastan los cuartos las celebrities, así nos vamos conociendo ¿no? Hay que estar a la altura... Quién te dice que, tras ver mi actuación, no se encapricha de mí Woody Allen, por poner un ejemplo, o el mismísimo Spielberg, por poner otro… Todo es posible en América.
En caso necesario me haré unos retoquitos aquí y allá, contrataré a un personal coach, seguiré la dieta de la alcachofa… Ya tengo pensado hasta mi nombre artístico: Enmanuelle, qué bien suena… Y cuando venga al pueblo de visita, parapetada tras unas enormes gafas de sol, fumando en boquilla de plata, contando mis andanzas por el boulevard de las estrellas…
Un momento, Enman… digo ¡Manuela! Lo primero, yo no fumo; por la alfombra roja no creo que me vaya a dar ningún garbeo, eso está reservado para unos pocos elegidos y para mí ya es un poco tarde; no hablo inglés; la participación en la película se limita a una aparición en lo alto de un rascacielos; y me han llamado por mi gran parecido físico con la actriz que lo interpretaba, que está hospitalizada con varias fracturas debido a una caída en el rodaje… Sin olvidarme de mi fobia a las alturas, ¡si me mareo hasta cuando me asomo por la ventanilla del autobús! Además, ¿cuánto tiempo iba a sobrevivir alternando la comida basura con la dieta de la lechuga? Precisamente yo, que no puedo pasar sin mis buenos cocidos y mis huevos con chorizo. Y con lo que me gusta celebrar mis cumpleaños en compañía, ¿voy a andar por ahí ocultando mi edad?
Fue hermoso mientras duró, eso sí: nunca dejaré de soñar.