viernes, 6 de enero de 2012

Fiesta de cumpleaños


FIESTA DE CUMPLEAÑOS

Se acerca por fin la hora en que irán llegando los invitados a la fiesta de cumpleaños de Luisito y se nota en el ambiente que hay muchas ganas de celebrarlo. Entre toda la familia han llenado la casa de globos y adornos; mamá está poniendo la mesa  para la merienda donde no faltarán medias noches de jamón, tortilla de patatas y canapés variados, además de refrescos de naranja, limón y cola; el postre lo ha preparado la abuela según las indicaciones del niño: tarta de chocolate con virutas de chocolate y canutillos de chocolate. ¡Ya verás qué rico está todo! A Nico se le está haciendo la boca agua y Diana, más impaciente, ya se ha comido alguna patata frita.
Empiezan a llegar los chavales con sus regalos: un disfraz de indio, un balón, una pecera con dos peces de colores, una raqueta de tenis… A cada niño se le entrega un gorrito de papel y un matasuegras ¡y ya empieza el cumpleaños!
Como era de esperar lo primero es la merienda; los niños devoran con apetito los pinchos, pero a Nico no le dejan comer nada porque hace un par de días algo le sentó mal al estómago y está a régimen de arroz y agua mineral. «¡Vaya, con el hambre que tengo!». Menos mal que en la cocina siempre queda alguna sobra y, sin que nadie le vea, se zampa de un bocado un trozo de pan con queso.
Después de la tarta deciden jugar al escondite. «¡Qué divertido!», pero otra vez le toca fastidiarse porque los niños no le dejan esconderse con ellos: «¡Nico, vete, que si te quedas aquí nos pillan a los  dos enseguida!».
«Pues qué rollo de fiesta». Se va al salón un poco triste y se queda dormido sobre su cojín favorito. Al rato nota un agradable masaje en la cabeza que le hace despertar. Es Martina, la primera a la que han encontrado, que le peina suavemente. «Con lo bien que me había escondido…», le cuenta. Mientras van apareciendo los demás intenta hacerle una coleta. «¡Ah, eso sí que no, que no soy una muñeca!», y se escapa antes de que la niña consiga su propósito.
Ya han terminado el juego y salen todos al jardín porque papá ha colgado una piñata de la rama de un árbol. La cosa consiste en turnarse los niños con los ojos vendados y dar palos a la bolsa hasta romperla para que caigan los caramelos. A Nico le parece un poco temerario acercarse, no sea que le vayan a dar a él sin querer, así que va en busca de mamá por si le apetece salir a dar un paseo, pero mamá está comiendo bombones y hablando con la abuela de sus cosas. Lo único que puede hacer es salir él solito, esta fiesta no es lo que esperaba.
Camina ligero por las calles de la urbanización y se le va pasando el enfado. Al poco se encuentra con Berta que está jugando con una pelota de goma. Ambos se saludan alegremente moviendo el rabo: «¡Guau, guau! ¡Aquí seguro que lo pasaré de miedo!», y juntos marchan corriendo detrás de la pelotita…