MANERAS DE MORIR
«Demasiados funerales para una semana». Sentado solo ante el tapete verde,
Félix recordaba afligido a sus compañeros de partida. Primero fue Tomás, que
tras dejar el pacharán por recomendación médica murió ahogado en un vaso de
agua; después le llegó el turno a Fortunato, que al ir al retrete cayó en un
pozo sin fondo; y por último Inocencio, que desde aquello prefería salir a mear
al callejón de la cantina, fue encontrado tieso y con la pata estirada.
Camino ya de casa empezaron a caer unas gotas y se refugió bajo un árbol.
Mientras esperaba a que amainase, se acordó de que aquella mañana se había
cruzado con un gato negro cuando pasaba por debajo de una escalera. Decidió
entonces escribir su epitafio, por si acaso: «Aquí yace un hombr…». No
hubo más tiempo: en ese momento se desató una tormenta eléctrica y allí mismo
le partió un rayo.