VACAS FLACAS
«¿Puedo quedarme con sus juguetes?».
Miguel daba saltitos y palmadas de alegría al ver que mamá no decía nada. Se había quedado muda y le temblaban las piernas. Aquella misteriosa mujer que se alejaba veloz al verse descubierta, había colocado cuidadosamente en la puerta de su casa un triciclo rojo, un camión de plástico y un muñeco: los juguetes de su hijo del año pasado.
El niño montó en el triciclo. Dedujo, feliz, que los Reyes habían enviado una mensajera. Mientras, mamá, emocionada y sin poder contener las lágrimas, acababa de recordar dónde había visto antes aquella cara: en el comedor social del barrio.