viernes, 6 de enero de 2012

Violet


VIOLET

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared frente a su lecho de muerte no exhaló el último aliento el tío Edward. Solo pedía eso, llevarse en su postrero viaje hacia la eternidad la imagen de su amada Violet clavada en el corazón.

Contemplé la desgastada fotografía de aquella mujer uniformada que amorosamente cuidó del pobre infeliz cuando años atrás llegó a este hospital con la cabeza reventada por la metralla de una bomba injusta. Salvó su vida y sin saberlo también su alma.

Y, aunque sé que sonará extraño, el hombre esbozó una leve sonrisa y el aire se impregnó de olor a violetas.