viernes, 20 de abril de 2012

Sueño atrasado


SUEÑO ATRASADO

Se entrenaban para estar muertos todas las noches. Qué torpes, yo lo aprendí  enseguida; y a dar la pata, traer las zapatillas…, pero a ellos les costaba. Cuando mamá terminaba de acunarles y cantarles nanas, los mellizos caían en un sopor que solo duraba unas horas. Entonces comenzaban los berridos y vuelta a empezar. Y así cada día, cada semana, cada mes. Anoche, por fin, mamá consiguió lo que nunca: no han despertado para saciar su glotonería y ni siquiera se han movido de sus cunitas.
Aunque me haya quedado sin lecho, tenía que habérsele ocurrido antes lo del almohadón.