viernes, 11 de mayo de 2012

Próxima parada...

PRÓXIMA PARADA…

Ese maravilloso viaje que le habían prometido al abuelo duró hasta que unas horas después de la partida le entraron ganas de orinar. Nada más meterse en el retrete de la gasolinera el automóvil arrancó y desapareció dejando tras de sí una estela de polvo.
Cuando se abrió la puerta el hombre que salió del lavabo no se parecía ni de lejos al que había entrado: ya no se apoyaba en su bastón, caminaba como un junco con una mochila repleta de fajos de billetes a su espalda  y con una mueca de alivio se sentó a esperar la llegada del siguiente autobús de pasajeros.