lunes, 24 de junio de 2013

Retorno

RETORNO

Supo que su dama regresaba a buscarle cuando con los ojos entrecerrados le cegó su aura de paz. Era una luz más deslumbrante que en ocasiones anteriores. Ella le susurró su invitación al oído y le ofreció su mano. Él se dejó mecer entre sus brazos y bailaron un vals en la orilla del mar. Ella le subyugó con su vaivén, le sedujo con su canto de sirena y poseyó todo su cuerpo, su alma, su ser. Dando vueltas y giros, él se dejó guiar hacia el horizonte, danzando sobre la superficie del océano. En la cresta de la ola más alta que jamás había surcado, sintió como aquel mar de sensaciones salpicaba con espuma sus pies. Sabía a brisa, olía a sal. Sonreía, ingrávido, dichoso.
Cuando ella decidió que era hora del regreso, besó sus labios llenos de costras y se desvaneció en la bruma. Después, la bruma se diluyó y no hubo nada más. Él se fue hundiendo en la inmensidad azul, sin notar ya la presión de la goma anudada en su brazo izquierdo ni el bombeo de bienestar en sus venas.
Al fondo del callejón terminó su último viaje.