miércoles, 18 de febrero de 2015

Escarmiento

ESCARMIENTO

Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca. «Las carcajadas del público nos darán de comer, pero un ratón en mi chaleco fuera del escenario, no. Ahora verás lo que es reírse», le dice Andy arrastrándole hacia las fieras. Bertus se pone histérico: con su única mano le araña la cara, le mete dos dedos en los ojos hasta vaciar sus cuencas. Pero nada consigue detenerle.
Con medio cuerpo atrapado entre los barrotes, Bertus nota un zarpazo y cae hacia atrás. Lo último que ve, antes de desangrarse, es la cabeza de su siamés rodando entre las garras de los felinos. Lo último que oye, su esperpéntica risotada.







miércoles, 11 de febrero de 2015

Turismo espacial

TURISMO ESPACIAL

En la Base Espacial los científicos contemplaban atónitos en sus monitores cómo un agujero negro engullía la nave convertida en bola de fuego.
Hemos fracasado balbuceó hundido el director desplomándose en una silla.
¡Señor, rápido, aquí! chilló un técnico sujetándose los auriculares. Está llegando una señal. ¡Escuche!

Oh là là, mon Dieu. Parecía el millonario que viajaba de pasajero. ¡Esto es el PARAÍSO! Tías desnudas, palmeras, playas… Un momento, que el comandante no se aclara con el dueño del terreno. Listen, sir: apple, apfel, pomme, 蘋果. ¡Manzana, coño! Pero qué cabezota el barbudo, no nos permite tocar este árbol.

Intrusismo

INTRUSISMO

—Usted es el primero que la abre, ¿y dice que no quiere pedir ningún deseo? —El genio se daba golpecitos en la sien con el dedo índice mirando atónito a aquel hombrecillo que masticaba una manzana tras otra. Se rascó pensativo una oreja; este primer fracaso supondría una mácula en su incipiente carrera como personaje literario. Tras observarle un rato, se le ocurrió una idea.
—Le proporcionaré una compañera virtuosa… y sin que tenga que sacrificar ninguna costilla. ¿Qué dice?
—Que se ha confundido usted de fábula, amigo. —Y con las mismas le empujó dentro de la lámpara y la cerró con un tapón.


A la tercera

A LA TERCERA


«Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio; como acróbata no me sirve», calculaba con cara de desaprobación el propietario del circo mientras ofrecía asiento al tipo enclenque que acababa de entrar en su camerino. «Ja, no irá a sacar una varita, ¿no?», pensó desconfiado cuando vio cómo acariciaba su maletín, «porque más que mago parece de la funeraria». El hombrecillo se ajustó con un dedo las gafas de pasta sobre su narizota roja. «¡Eso es, de payaso! ¿Cómo no me había fijado antes?».
—Buenos días —saludó el desconocido alargándole una tarjeta—. Me llamo Cristóbal Lapa, y vengo de la Inspección de…