FONDO DE ARMARIO
Seguía
atrapado allí, dentro del uniforme de vigilante en la fábrica de embutidos de
su suegro, de lunes a viernes; en el chándal de salir a correr con sus cuñados
tres días por semana; en aquellos ridículos calzoncillos con tirantes que tanto
excitaban a su mujer cada noche de sábado.
Pero los
domingos, cuando ella llevaba a las niñas a patinar, colgaba en las perchas
todas esas infamias, sacaba del cajón el disfraz de amazona del carnaval
pasado, y tendido sobre la colcha, látigo en mano, esperaba a su vecino Carlo,
que subía en apenas unos segundos las escaleras desde la barbacoa del jardín.