LA NUERA
—¡No te lo vas a creer…! —chilló Julio
derramando la jarra de cerveza sobre las palomitas—. ¡Acabo de recibir un whatsapp de mi madre!
—¿Y qué se cuenta? —pregunté aburrida. La peli
que nos habíamos descargado, la verdad, era un coñazo. Y las palomitas estaban
demasiado saladas.
—¿Cómo que qué se cuenta? —masculló, mirándome
desconfiado. Qué bien me conoce—. ¿Sabías que tenía móvil?
Como cuando nos casamos nos prometimos
decirnos siempre la verdad, tuve que confesarle que se lo había regalado yo por
su santo.
Santa Ofidia.
Y sí; la foto de perfil también la había
elegido yo.