LA FAMILIA
Y UNO MÁS
―Papá, papaaá… ¿Falta mucho? ―repite aburrido Alex mientras
golpea con un muñeco articulado la cabeza de su hermana, que no para de
gimotear y quejarse a su madre. Pero esta no le hace el menor caso porque va
parloteando de esto y aquello sin dejar de mover el dial de la radio hasta
detenerlo en una emisora donde esa mañana, vaya por Dios, dedican el programa a
repasar los éxitos musicales del cantante Joselito, El pequeño ruiseñor.
Al intentar
aplastar una mosca, la mujer da un manotazo al mando del limpiaparabrisas que
se pone a girar frenéticamente de un lado para otro embadurnando con cagadas de
paloma y barro la luna delantera justo en el preciso momento en que están
adelantando a dos ciclistas.
Veinte
interminables minutos después, el GPS anuncia el final del trayecto. Con las
piernas temblorosas y la camisa empapada en sudor, Ramón se apea del coche. El
examinador abre una de las puertas traseras y se baja también.
—Enhorabuena,
Ramón ―le felicita
dándole unas palmaditas en la espalda―, ha aprobado usted el carné de conducir. Algunos días nadie
consigue superar la prueba práctica. Por curiosidad, dígame, ¿tiene usted hijos?