A BORDO
—El
día que una ola salte más de lo convenido os vais a enterar. ¿No veis que el
barco va escorado? Y de todos los que estamos aquí, las únicas que nos
salvaríamos seríamos esa —dijo señalando a una paloma blanca que atemorizada no
se movía de lo alto del mástil— y yo, que sé nadar. De modo que si queréis
llegar vivos a la costa y ofrecer un futuro a vuestros hijos, aunque sea en un
zoo, ya podéis ir separándoos: las hembras a babor y los machos a estribor
—ordenó a Noé y su pasaje la serpiente, que no se resignaba a perpetrar sus
fechorías en una tierra despoblada.