CANDIDEZ
En el comedor del cole me daba
apuro besar el pan cuando se me caía al suelo. ¿Qué pensarían de mí los otros
niños? Pero mentalmente lo hacía. Lo que decía en casa la tata Juliana era
incuestionable: por ejemplo, los Miércoles de Ceniza a ninguno de los hermanos
se nos ocurría frotarnos la frente marcada con el Signo de la Santa Cruz ni
cuando nos acostábamos. Decía también que el «13» traía
mala suerte.
Creo sinceramente que perdí la
inocencia el día que en un sorteo cambié una papeleta por otra y tocó una
bicicleta. En el número «13».