EN BLANCO
Pero nunca, sin
saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba. Unos, convencidísimos de que
encontrarán en el cielo su salvación, una señal divina, o algo. Otros, menos
ingenuos, fantasearán con la venida de una de las diez plagas de Egipto ―la de las tinieblas estaría bien― para aprovecharse del caos y escapar de
aquellas cuatro paredes; o imaginarán a Dios descargando toda su ira en forma
de, por ejemplo, diluvio universal, sin sopesar las consecuencias devastadoras
de ese fenómeno apocalíptico. ¡Vaya disparates se les ocurren…! Aunque también
hay algunos que, más sensatos ellos, se limitarán a mordisquear pacientemente
el capuchón del boli hasta que el profesor mire para otro lado.