EL GRUPO
Había
escrito cien veces «te quiero» en la arena mojada. Fue en aquel campamento de
verano, junto a la playa. Intentaba siempre tumbarme cerca de Sonia y sus
amigas; entonces, cuando sabía que me miraba, dibujaba corazones con un palito,
cogía para ella las conchas más bonitas que encontraba en la orilla o cargaba
con su mochila rosa cuando regresábamos para la cena.
La noche
de la despedida estuvimos cantando con los monitores y los niños más pequeños
alrededor de la hoguera, hasta que las chicas me invitaron a acompañarlas a las
dunas. Allí, me cortaron las trenzas y me llenaron la boca de algas, mientras a
grito pelado chillaban «¡¡marimacho, marimacho!!».
Con el
flequillo tapándole la cara y las manos frotando sus lágrimas, Sonia era la que
más fuerte gritaba.