EL LUTO
«8
de diciembre de 1980». Más de treinta años desde que se despeñara su amado
y un movimiento del glaciar le devolvía ahora su cuerpo intacto. Antes de que
lo metieran en una caja, Helga se arrodilló a su lado para besar suavemente sus
labios violáceos, acariciar los carámbanos de sus pestañas, sollozar sobre su
pecho helado. «Tanto tiempo esperándote, amor mío», susurraba la mujer mientras
leía con extrañeza la fecha del medallón que le colgaba del cuello. Al girar intrigada
aquel objeto desconocido, livideció al leer «Erik y Lisbet» en letras
doradas de filigrana.