martes, 21 de noviembre de 2017

Pecado

PECADO


Como si de una plaga venenosa se tratara, es verlos pasear en cueros por la orilla, con sus ingles depiladas y sus culos tan morenos, y a doña Elvira se le eriza el vello de los brazos, le entran como picores, hasta el pulso se le acelera. «¡Cuánto depravado, Dios mío!», bufa tras enjugarse el sudor del bigotillo con un pañuelo. Pero no se despega de sus prismáticos, no, agazapada tras las cortinas de su saloncito con vistas al mar.