TRÁNSITO
8:45. Tras varios días fuera de órbita, condenado al silencio y
a una oscuridad glacial, percibió Emilio una luz, deliciosa y pálida, que
comenzó a entibiarle el alma. Por fin se encendía el horizonte. Aquella calidez
fue acariciándole, confortándole y haciéndole flotar, y antes de abandonarse al
dulce sopor, olió la fragancia de las rosas que regaba Marga, su mujer, el
domingo que salió a montar en bici. Sintió que sus ojos se humedecían, notó un
último latido en su pecho y se dejó llevar, plácidamente, por aquella luz
blanca.
16:12. Un sanitario desenchufa la máquina, le saca de la boca el
tubo que le conecta al respirador y le tapa cuidadosamente la cabeza con la
sábana. No lo dice, pero le sigue intimidando mirar a la muerte a la cara.
16:37. A pie de pista, un equipo monitorizado aguarda impaciente
en una ambulancia. El helicóptero toma tierra y un hombre desciende apresurado
sujetando una nevera portátil. El operativo se pone en marcha. Pese al tráfico
y la lluvia, en pocos minutos el corazón de Emilio cambiará de cuerpo y volverá
a latir de nuevo.
Y una chispa de luz diminuta parpadeará por vez primera en el
firmamento.